Te propongo un desafío… te doy una corona que pesa un kilo y tú me dices si es toda de oro o no. Ah, olvidé… Imagínate encontrarte en el siglo III antes de Cristo, sin esas herramientas de laboratorio que hoy te permitirían fácilmente darme una respuesta. Y si no se te ocurre, ¡tranquilo! Estás en muy buena compañía… Pero puedes descubrir cómo lo hizo Arquímedes, hace mucho tiempo, y darte cuenta de que pensar como un científico no es tan difícil como podría parecer…












PS: Por supuesto, no era fácil resolver el enigma de la corona, pero si a medida que avanzabas en la lectura imaginabas el final del experimento, bueno, te digo que tienes todo lo que necesitas para divertirte con la ciencia. Sí, hay que estudiar, pero la curiosidad y el espíritu de observación, como has visto, hacen una buena parte del trabajo… Eventualmente, buena suerte con tus experimentos (¡quizás evita volar tu casa!) y feliz Verano
Gem.Ma.